sábado, julio 09, 2005

con el corazón seco y triste y un brazo picado. (continuación)


... y no estaba, pregunté a sus vecinos y me dijeron que nunca supieron quien vivía ahí, por lo tanto no pudieron decirme si la habían visto o no. Intenté abrir su puerta, pero no pude así que corrí a llamar a un cerrajero para que él la abriera; le dije que era mi madre y que necesitaba entrar para asegurarme que estuviera bien, él señor me miró raro, así que le di más dinero del que me cobró para que no preguntara nada.
Cuando entré registré toda la casa y la encontré en su cuarto, me sentí muy tranquila y le dije: –perdón, pensé que se encontraba mal, por ello me atreví a entrar- no dijo nada -¿está bien?- le pregunté preocupada, no obtuve siquiera una mirada, me dirigí a su cocina a prepararle un té. Cuando volví, ya no estaba en el cuarto, dejé el té sobre una mesita y fui a buscarla, cuando la encontré nuevamente estaba sentada en una mecedora en su balcón, me acerqué a ella y me hinque, le dije:- mujer con el corazón seco y triste y un brazo picado, dime que es lo qué te pasa?, te he estado buscando, me había preocupado por ti, pensé que estabas mal- ella tomó mi mano y se levantó, me levanté al mismo tiempo que ella y la seguí nuevamente a su cuarto en donde se recostó. No quiso hablar conmigo, yo le dije que la dejaría descansar, me fuí a recostar a un sillón de la sala y miraba atentamente las fotografías de Camila, pensaba en la historia que su madre me había contado antes, pensaba en otras cosas también, me preocupaba el estado de esa pobre mujer con el corazón seco y triste y un brazo picado, mis sentimientos hacía ella habían dejado de ser curiosidad para convertirse en aprecio (o algo parecido), me quedé dormida pensando en eso... no se hasta que hora; derramé algunas lágrimas por la desesperación, incertidumbre, la soledad y de ganas.
Al siguiente día en cuanto desperté, fuí al cuarto de la mujer con el corazón seco y triste y el brazo picado, y ella aún dormía... no le desperté y fui a su cocina para prepararle algo de desayunar, pero al ir al refrigerador me encontré con la sorpresa de que estaba vacío, lo mismo pasó al revisar su alacena, así que decidí ir al mercado a comprarle algunas cosas.
Había un gran puesto de frutas, todas ellas muy coloridas... tomé una naranja y la olí, fue tan delicioso!, decidí llevar algunas, también manzanas rojas, peras jugosas y una gran sandía. Compré en otro puesto carne y en uno más pan, huevos y leche. Volví lo más rápido que pude, y ella (la mujer con el corazón seco y triste y un brazo picado) seguía dormida, preparé un jugo de naranja, leche, huevos y pan tostado para ella, para mi sólo un té. Le llevé el desayuno a la cama, se veía tan linda y relajada mientras dormía que no me atreví a despertarla, pusé la charola con la comida en la mesita que estaba junto a su cama y me senté a contemplarla; mi mirada la despertó después de unos minutos, y la expresión de tranquilidad en su rostro se borró enseguida. - Te traje algo para que desayunes- le dije, ella se levantó de la cama, llevaba puesto un camison blanco de seda, hermoso, el cabello suelto y la cara pálida, me sonrió y comió en silencio... yo la acompañaba con mi taza de té frío, le platicaba mi experiencia en el mercado con tal de hacer plática, pero la mujer con el corazón seco y triste y un brazo picado sólo me miraba sin responder, en ocasiones se acariciaba el pecho y otras tantas el brazo picado, - algo muy extraño pasa contigo, realmente me preocupas- le dije cuando vi que se frotó con fuerza el brazo, ella dijo (después de mucho silencio) que no le pasaba nada. Cuando termino con el desayuno le pedí que se vistiera para que saliera conmigo a tomar un helado, pero no aceptó, dijo que otro día. Todo ese día estuve con ella para cuidarla e intentar que me contara lo que le pasaba, pero fue inútil, su tristeza era muy notoria, pero sus palabras ausentes.
Al siguiente día volví a mi hogar, tenía que ir al colegio, pero prometí ir a visitar a la mujer con el corazón seco y triste y un brazo picado cuando terminara con mis actividades. Y así lo hice volví con una gelatina de pistache como la que una vez vi que se compró, al verme entrar esa mujer con el corazón seco y triste hizo una mueca que me parecio demostraba alegría, me entusiasmó ver que había mejorado.
Al cerrarse la puerta detrás de mi, ví que esa mujer con el corazón seco y triste se metía la mano al pecho (literalmente) y sacó una cosa horrible de un color casi morado y con apariencia de roca: -mira, sabes que es ésto?- me dijo llorando, -eso es tu corazón seco y triste, señora mía- le contesté, -así es, es mi corazón seco y triste... pero que vez en él?- me decía, miré muchas veces esa cosa horrible que apenas y podía latir y no sabía que responderle a esa pobre mujer que ahora tenía más seco y triste ese corazón...
No supe que decirle, lo único que ví fue una muerte segura que no tardaría mucho en llegar, y en mi vi nuevamente la soledad... (continuará, por segunda ocasión)
*otra vez el sueño y el fastidio me han vencido, prometo otro día (tal vez mañana) terminar de narrar esta historia de la pobre mujer que tenía el corazón seco y triste y un brazo picado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tengo el corazòn seco y triste