viernes, junio 26, 2009

Días de juego.

El día del padre siempre es el mismo día que la feria de la iglesia que está frente a mi hogar... cuando era niña todo parecía ir bien, esperaba con ansias el día domingo de feria; algunas veces los remolques llegaban desde el jueves, cuando volvía de la escuela ahí estaban impacientes por robar a los pobres niños su dinero y sus risas.

Particularmente me gustaba el dragón, subía y bajaba... subía y sentía que tocaba el cielo, bajaba y las entrañas volvían a su lugar con una rara sensación, tal como ahora cada que me enamoro. El viernes de escuela guardaba un poco de mi dinero para poder gastarlo el domingo en la feria, el sábado limpiaba un baño para ganar un poco más... el día, la tarde y noche del maldito sábado eran infinitos... sólo deseaba poder dormir para despertar en otro momento, uno mejor en donde por la mañana los danzantes bailaran (era algo irónico que desempeñaban danzas aztecas en el día del sagrado corazón de Jesús) y los puestos de buñuelos se pusieran justo en mi puerta. Por la tarde mi madre nos daba a Oscar y a mi $50 pesos que alcanzaban como para unos 5 juegos y alguna golosina, que por lo regular se convertían en un tiro en las cánicas, una vuelta por los "remolinos locos"´... me resulta gracioso que pongan un adjetivo como "locos" para hacer atractivo un producto, ejem... continuando ya dije que también me encantaba subir al dragón, comía un hot cake o un buñuelo y bebía un jarrito loco, sólo que sin alcohol y el resto del dinero lo gastaba en botes de espuma.

La feria me parecía inmensa... tantos juegos, tanta gente, un montón de comida, mucha espuma deshaciéndose en el suelo o en el cabello de algún ingenuo infortuno que cruzaba por el lugar... los niños de la cuadra salíamos como bestías que han sido encerradas el resto del año, ese era el día de pagar nuestros propios placeres, era el día donde no había reglas ni peleas entre nosotros... ese día podíamos volver a casa tan tarde que nuestras madres estaban tiradas en la cama inconscientes y no tenían tiempo de regañarnos por lo sucio de nuestros pantalones y cabello. Aquello era precioso.

He crecido ahora y tristemente con el paso de los años la feria me parece menos atractiva y más pequeña, mis vecinos culpan al nuevo sacerdote... Este año ha pasado la feria hace una semana, los mismos juegos mecánicos de hace 15 años (Uf, he dicho hace 15 años!!!) con los mismos defectos, ya no viene la señora de los buñuelos ni la de los jarritos locos, es triste. Ahora los niños se quedan en casa con su X box o cualquier otra pendejada que les divierta más... este año ha llovido como los otros años y ha sido excusa para no pararse por la calle, a mis amiguitos y a mi eso no nos importaba, el agua tóxica junto con los químicos de la espuma y el huevo hacian una mezcla muy irritante que nos caía justo en los ojos, pero no era impedimento para seguir corriendo como desgraciados... es una pena haber crecido tanto en tan poco tiempo.

Hoy me encontré con Joceline (mi más antigua amiga) al salir al mercado, antes de decir "hola" me dijo: -No manches, por qué andas tan mugrosa y fachosa?- mientras me miraba con desdén, le dije que apenas me había bañado y le mostré mi cabellera humeda y reluciente... me acompañó a hacer las compras y en el camino me platicaba los chismes más recientes. En el mercado nos hemos encontrado a Ana una excompañera de la primaria quién portaba orgullosa a su hija de 9 meses, por un momento pensé que ya estoy quedada, soy de las pocas de mi generación que no tiene hijos, en fin... Ana era una niñita tímida que se besaba con Ricardo, a Joceline y a mi nos daba mucha gracia y como las cabronas que somos les pedíamos que lo hicieran muchas veces... También recordamos a Jacomé (otro Ricardo) que se volvía loco por los hombres G y que en un viernes de película nos llevó "devuélveme a mi chica"... más tarde la plática se tornó hacia nuestros amores de la infancia y recordé el día que conocí a Diego mi vecino: Él estaba sentado en el techo de su casa una noche (pinche loco!!) y yo salí a la tienda, iba muy tranquilita caminando cuando de pronto escuché: Shhh,shhh!!- miré hacia el cielo y ví a un niñito de cabello muy lácio y castaño en cuclillas, me detuve a escucharlo y dijo: - no sabes quién colecciona...- me sentí tan nerviosa que no permití que terminara su oración y seguí caminando... desde ese día me enamoré de él, lo veía en el recreo y me gustaba decirle "mi novio", ahora es un hombre como de 27, panzón con barba y bigote... algo coqueto, pero nada que ver con el niñito encantador que ví en la azotea... luego recordamos cuando salíamos por las noches al parque de la esquina y cuando perseguíamos al "Navarro"... concluí con que extraño mi infancia.




1 comentario:

Psi-Lab dijo...

¿Sabes? La infancia es una de las mejores etapas de la vida. Y tienes razón, algo se pierde con el paso del tiempo y aunque no lo creas esa historia de la feria también es mía, aunque con algunas diferencias.

La feria sigue siendo la misma, la forma en la que la percibes es la que ha cambiado.

Yo...de alguna forma sigo siendo niño, mi novia me lo dice a cada rato cuando la hago encabronar jeje. No me gusta dejar de ver algunas cositas...que me han hecho feliz, en varias épocas de mi vida.

Sigamos buscando la magia de la infancia...