la isla

Recuerdo ese día que te dí mi amor en la isla... eramos tan jóvenes aún: tú un joven guapo y emprendedor, yo una mujercita humilde y temerosa. La gente -sobre todo la familia- no aceptaba nuestra relación decía que nada bueno podía pasar, pero eso nunca nos importó. Aún tengo el recado que mandaste con mi amiga maría, ese que decía que me verías en la isla... no sabía qué es lo que iba a hacer para salir de mi casa esa noche, aunque me preocupaba más por la ropa que usaría. Salí por la ventana del cuarto de mi hermana, esa que daba a la casa de los vecinos, brinqué la cerca y huí, corrí como alma en pena por la oscura noche; cuando llegué al muelle, fernando (el balsero) me esperaba para cruzarme. Por fin llegué a tu lado, habías preparado ya el recinto: velas, flores, cena, una manta... todo lindo, era tal y como había imaginado el día en que entregaría la más grande prueba de mi amor. Hicimos el amor algunas veces, todas ellas dolorosas para mi, pero el dolor físico fue poco comparado con la felicidad que llenaba mi ser en esos momentos; el momento de irnos llegó, yo no quería que pasara pero así tenía que ser. Prometiste que nos veríamos al día siguiente.

Cuando llegué a mi casa, mi hermana estaba muy asustada y molesta, me reclamó por la tardanza y dijo en que varías ocasiones mis padres me habían hablado y que ella había dicho que estaba dormida; después que pasó su coraje me pidió le contara todos los detalles; le dije que había sido la mujer más feliz del mundo, que tú eras un hombre maravilloso y que sabía que quería casarme contigo. Creo que no dormí por la emoción, cada segundo se me hacía una eternidad, quería volver a verte, ya te extrañaba.

Al día siguiente no te vi, no cumpliste con tu promesa. No me enojé, más bien me preocupe, pero pasaron los días y tampoco te aparecías, en el pueblo decían que te habías muerto... no quisé creerlo y fuí a buscarte, tu familia me contó que te habías ido con el amor de tu vida a casarse lejos de ahí. El corazón se me rompió en mil pedazos, después de eso mi vida no fue la misma.

Mis esperanzas murieron y con ellas yo, me convertí en una amargada sin gusto por la vida, una planta según decían. Todas las noches lloraba por tu cobardía, me odiaba por haber creido en ti, intentaba perdonarte, pero no podía. Un día fuí a hablar con el cura y dijo que el perdón es la llave para entrar al terreno prometido por Dios... creí perdonarte, pero un día volviste, me buscaste y quisiste explicar tu fechoría, no creía que fuera posible tanta osadía... grité y te dije que te fueras, lloré demasiado esas noches, y un día después de tanta insistencia tuya acepté tus explicaciones y hasta te perdoné. Acepté seguir viéndote y después de un tiempo volví a amarte y volví a creer en ti... pero la historia se repitió te burlaste de mi, desgraciado...

Ahora estás ahí triste, arrepentido... y amarrado, no puedes hablar. VOY A MATARTE!, lo sabes, lo que yo no se es cómo lo haré. Sin embargo TE PERDONO, podrás estar con Dios... FIN

Después del FIN. La mujer abrió al hombre con su bisturí del #24, tomó sus pinzas de dientes de ratón para ayudarse a separar los músculos; cortó y cortó hasta llegar a los órganos, los cuales arrancó y los pusó en formol al 10%. Los llevó a mi querida FES-C y se los dió a Nayelli para que pueda seguir estudiando. (estás contenta ya chica con ese post-final. cuidate.)