domingo, mayo 14, 2006

lo siento, tu exnovia ha muerto.

Caray!, nunca he sido fiel, ni a mis propias ideas!!!, siempre imaginé el día en que todas mis bestías se unirían para un sólo objetivo: liberárme!!!. En mi cuarto tenía ropa de todo tipo hasta ropa para matar (literalmente), bajo la cama se encontraban mis recuerdos amarrados con una suave piola de nylon, por ahí guardados también, habían cuchillos, rocas, navajas, todo.
Había planeado ese día cuando por fin el cerdo negro moriría; ese día iba a llevarlo a mi casa y tal vez lo invitaría a beber, tal vez desde la entrada lo iba a golpear con el martillo o tal vez me iba a arrepentir antes de llegar a su hogar. Ese malnacido me había hecho la vida infeliz, desde que me quitó la inocencia hasta que me regaló su amor, ese maldito merecía morir.
Ya lo había planeado todo, mil veces o un millón, era un deseo constante, despertaba con su aroma e iba a vomitar por el asco que me provocaba, dormía pensando en él... maldito!, tal vez estoy loca, nunca lo he negado, pero en esos momentos era la más cuerda, cualquiera en mi lugar hubiera deseado lo mismo, cualquiera en mi lugar hubiera aplaudido a aquel que lo borrara.
Un día llegó con su negro disfráz y me miró, no dijo nada y se sentó, hablamos en silencio cuando la luna estaba apunto de irse, me abrazo y susurro a mi oido:-ya no te quiero-, ese fue el momento más feliz de mi vida, en verdad odiaba a ese infeliz, pero lo destruyó todo cuando dijo: -amo a Natalia- ese era el nombre de su exnovia sudamericana, era una completa estúpida, además de que estaba loca, la muy idiota me acosaba por todos los medios que podía, no podía con la carga de tenerme como rival, para nada me llegaba, ja!. Me puso triste la noticia, y lloré mucho, pensé en matarlo esa misma noche, pero no podía, me llevó a mi hogar en donde estuve pensando y llorando hasta que el sueño me rindió.
Por la tarde recibí una llamada, era aquella tipa que me invitaba a tomar café, por supuesto que acepté, llevé mis mejores ropas y zapatos, me pusé el mejor de mis perfumes y los más delicados tonos en el maquillaje; ella en cambio llegó hecha un asco, no la describiré puesto que sería una pérdida de espacio... después de mucho platicar la invité a mi casa y la ingenua aceptó.
Abrí la puerta y me aseguré que nadie nos hubiera visto entrar, porque ella jamás saldría.
-Siéntate, te invito algo?- le dije amablemente, no quería que ella sospechara ni un segundo de su cruel pero merecido destino, me pidió un vaso con agua, y se lo dí, pero con un poco más que eso, lo bebió y yo la miraba cual vil villana de cuento, más tarde su plática se hizo lenta (un tanto más entretenida) hasta que cayó, pensé en asesinarla en ese momento, pero la diversión se perdería, así que sólo la até y esperé mientras volvía en sí. Cuando hubo pasado aquello se extrañó y pensó que eso era un broma, tuve que desmentirla: - alguna vez fuiste al dentista?- le pregunté, -en serio deja de jugar, me asustas- dijo, tomé de mi bolsa un mango para bisturí y una navaja:- como en el dentista, te mostraré todo lo que usaré para sacarte las caries, que por cierto las tienes regadas por todo el cuerpo- corté su piel poco a poco, era muy divertido ver como brotaba la sangre en anacronía, tuvé que taparle la boca, grita muy fuerte, el cerebro se me secó y no pudé hacer arte en su cuerpo, así que la dejé después de cortar su yugular, me metí a mi cuarto y tomé un baño, vi "the wall" y fumé unos cigarrillos, más tarde volví y se había desangrado.
Por la madrugada llegas, me besas, tenemos sexo y te vas, nunca me pones atención así que no te diste cuenta del regalo que deje en la sala para ti, ahí estaba ella tan muerta y tan entera, espero que esta noche sí lo veas.

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