sábado, mayo 06, 2006

aquí

Veníamos los condenados unidos uno al otro, no nos mirábamos y mucho menos hablábamos, veníamos sentados en la fría banca rumbo a nuestros destinos; ella iba en la parte delantera del carruaje, no nos miraba, pero sí nos maldecía en cada momento. De pronto el carruaje se detiene y su mano descarnada señala a Carlota, su dedo índice se contraía y retraía en repetidas ocasiones para hacerle saber que ella era la primera en bajar, Carlota nos miró a todos con alivio, sería la primera en irse... su cuerpo se desprendió lentamente de su esencia, sólo un lamento sonó en el ruidoso silencio de la noche, los demás volvimos al mismo estado premuerte en el que ninguno era algo. El camino cada vez era más horrible, la gente ya no existía y menos la esperanza, que a propósito ese era el nombre de la siguiente afortunada a perderse en el infinito, el carruaje se detuvo en un lugar que sólo podría describir en mis sueños, ella volvió a señalar, está vez pude ver su delgada y siniestra silueta que en ningún momento me atemorizó, esperanza bajó o más bien la bajaron, ella no era tan feliz como Carlota, fue arrastrada hasta un punto en donde no pudimos verla más, pobre!, seguro que algo muy malo había hecho... el viaje continúo así por toda la noche o más bien por toda la vida, uno por uno iba despidiéndose en silencio e iba cumpliendo con su destino, yo era la única que no había podido completarlo. Me sentía sola y con frío, quise hablarle a ella, pero nunca me respondió, en cada milisegundo en el que sentía que el carruaje se detenía me ilusionaba creyendo que por fin habría de terminar con esto que no es una vida y que tampoco es la muerte, pero todo era falso...
Un día, ella me miró, me señaló y me habló: -Este es el lugar, hija- ella me había llamado "hija", no sé exactamente qué sentí cuando me enteré que soy la hija de la muerte, será acaso que por eso todo y todos a mi alrededor mueren (mientras viven)?... ese no era el punto, ella me tomó con su fría (muy) y descarnada mano para bajarme del carruaje que ahora estaba ocupado únicamente por ella. A diferencia de los anteriores pasajeros, el lugar en donde bajé no fue en el que me quedaría para atravesar la línea entre la vida y la muerte, ese lugar es este... en donde tengo que vivir, es absurdo que la misma muerte me haya traído a la vida, a esta vida de miérda.

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