lunes, febrero 22, 2010

22 de febrero


Hoy desayunaba a la 1:00 p.m. un café frío, encendí el televisor para sentirme un rato acompañada... sólo escuchaba la voz de un hombre que describía algún pueblo de algún lugar que no me importaba; mientras tanto me encontraba en introversión y por inercia bebía café; aquel hombre seguía hablando: -MACARIO- dijo y fue entonces que centré mi atención en él... Macario es mi cuento favorito del llano en llamas y efectivamente aquel hombre hablaba de ese Macario y de Juan Rulfo... Una veladora estaba encendida sobre la mesa, su luz intermitente hizo que desviara mi mirada hacia ella y Margarita se hizo presente... su recuerdo vaya, un delicioso escalofrío me recorrió el cuerpo. Juan Rulfo + la veladora + 22 de febrero... seguro era ella.

Hace 100 años en un lugar de tierra árida nacía la mujer que se convertiría en mi bisabuela... aquella que me contó historias maravillosas, la que me hacía volar en un universo en donde el amor existía. Cuando me hablaba del pueblo que habitó cuando fue niña no podía dejar de relacionarlo con Luvina, ambos lugares imaginarios de clima adverso y sueños perdidos a ambos los imaginaba en diversos tonos de gris, tal vez por lo desolador que me sonaban... no se, fue una extraña y grata casualidad que hoy me encontrara con estos dos viejos que amo tanto (mi bisabuela y el llano en llamas).  Estuve pensando mucho en ella, recordándola y extrañandola.


**La foto no está en tonos de gris... pero me encantó así


...Y la tierra es empinada. Se desgaja por todos lados en barrancas hondas, de un fondo que se pierde de tan lejano. Dicen los de Luvina que de aquellas barrancas suben los sueños; pero yo lo único que vi subir fue el viento, en tremolina, como si allá abajo lo hubieran encañonado en tubos de carrizo. Un viento que no deja crecer ni a las dulcamaras: esas plantitas tristes que apenas si pueden vivir un poco untadas en la tierra, agarradas con todas sus manos al despeñadero de los montes. Sólo a veces, allí donde hay un poco de sombra, escondido entre las piedras, florece el chicalote con sus amapolas blancas. Pero el chicalote pronto se marchita. Entonces uno lo oye rasguñando el aire con sus ramas espinosas, haciendo un ruido como el de un cuchillo sobre una piedra de afilar... (fragmento de Luvina -El llano en llamas, Juan Rulfo)











2 comentarios:

Unknown dijo...

Una especie de felicidad mezclada con tristeza. La melancolía nos hace su presa.

El texto y la foto me recordaron "Del olvido al no me acuerdo", del hijo de Rulfo. Siento que a él le pasa algo parecido con su padre a lo que a tí te acontece con tu abuela.

Besos

Gota de tinta dijo...

creo que el arte y la gente que mamos estan mezclados, porque los dos tocan nuestro corazon, nuestra alma, los sacan de la tierra arida, o los llevan mas adentro de ella, para tener fuerza, historia.

Me gusta tu historia y las palabras que pnes en ella