Admito que la primera vez que la ví me dieron ganas de abrazarla para tratar de consolarla, pero la siguiente ya no... cuando el calor de la gente la invadió tuvo que despojarse del grueso abrigo que llevaba y pude ver como sus tetas se asomaban, en ese momento en lo único en que podía pensar era en tirarmela justo ahí en la estación... frente a todos: quería levantarle la blusa, lamer, mordisquear y jalonearle los pezones. El tren llegó y la perdí de vista; me quedé sentado esperando a que el subidón se me fuera, y se me hizo tarde.
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3 comentarios:
No se qué me recordó...
Puta madre, eres como una saeta clavándote directo en las fantasías más vulgares de los simios que habitamos la selva de concreto jajaja.
¿Sabes que es cagante y divertido? Que puedas ponerte exactamente en el lugar de un cabrón en celo siendo una niña.
Francisco: Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia... besiños
Psi: Seguro que en alguna vida fui hombre... o no. jeje!!... Besiños too
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